Soy becada de la Fundación La Llave desde el año 2018, es decir, llevo 5 años siendo parte de esta comunidad. Durante este tiempo he convivido con un grupo de compañeras, no superior a 8 chicas, de edades similares. Al principio fue una experiencia muy novedosa y me costó adaptarme, pero a estas alturas me siento parte de la casa y valoro mucho tener la oportunidad de conocer y convivir con personas de distintas personalidades, gustos, cualidades y experiencias. Ha sido desafiante, pero a la vez una experiencia de mucho aprendizaje en el sentido de aprender a compartir espacios y llegar a acuerdos, lo cual incentivó aún más en mí el respeto hacia los otros y hacia los espacios comunes. Hoy en día es una experiencia de mucho apoyo y muy buena compañía entre todas.

Considero que la decisión de permitirnos llevar los asuntos de la casa con relativa independencia, fue muy acertada por parte de la Fundación, porque ha sido parte importante de mi proceso de maduración en la transición a la adultez. Así mismo, las actividades con fines sociales son muy gratificantes y agradezco tener el espacio para contribuir de alguna manera a estos proyectos. Las instancias en que se comparte con los miembros de la Fundación siempre son muy cálidas y amenas.

Agradezco mucho la oportunidad, porque cuando ingresé a la universidad mi familia no estaba ni cerca de tener las condiciones de poder financiar mi residencia en Santiago durante mis estudios, y es probable que siendo ese el escenario hubiese tenido que viajar todos los días desde Los Andes, desde muy temprano en la mañana y volver tarde en la noche, siendo una carga de cansancio significativo, adicional al considerable tiempo que se debe invertir en estudiar y realizar trabajos en la Universidad. En este sentido, fue un aporte significativo a mi calidad de vida, que me permitió disfrutar también de la experiencia universitaria.